tag:blogger.com,1999:blog-58076164011355884632024-03-04T23:37:21.424-08:00El Blog de los Animales OlvidadosJuan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.comBlogger12125tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-67678547060714500382012-02-06T22:13:00.000-08:002012-02-06T22:13:24.556-08:00El Cerdito - Juan Carlos Onetti<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCeBmYd9BD9uyJKSqr-u44xtAV5POZevPHwE_PJSqQ1etS9-IU8LWKhBQFde3s2-TqgSZb7cKqonW4W84dam2zHO-D71eSfsIY2OAFfm1Vnr_r8GDWhYbQmCF4tFvMbDkJ-rK-GHNzOjs/s1600/cerdo+con+ojos+de+vidrio.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="299" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCeBmYd9BD9uyJKSqr-u44xtAV5POZevPHwE_PJSqQ1etS9-IU8LWKhBQFde3s2-TqgSZb7cKqonW4W84dam2zHO-D71eSfsIY2OAFfm1Vnr_r8GDWhYbQmCF4tFvMbDkJ-rK-GHNzOjs/s400/cerdo+con+ojos+de+vidrio.JPG" width="400" /></a></div>La señora estaba siempre vestida de negro y arrastraba sonriente el reumatismo del dormitorio a la sala. Otras habitaciones no había; pero sí una ventana que daba a un pequeño jardín parduzco. Miró el reloj que le colgaba del pecho y pensó que faltaba más de una hora para que llegaran los niños. No eran suyos. A veces dos, a veces tres que llegaban desde las casas en ruinas, más allá de la placita, atravesando el puente de madera sobre la zanja seca ahora, enfurecida de agua en los temporales de invierno.<br />
<br />
Aunque los niños empezaran a ir a la escuela, siempre lograban escapar de sus casas o de sus aulas a la hora de pereza y calma de la siesta. Todos, los dos o tres; eran sucios, hambrientos y físicamente muy distintos. Pero la anciana siempre lograba reconocer en ellos algún rasgo del nieto perdido; a veces a Juan le correspondían los ojos o la franqueza de ojos y sonrisa; otras; ella los descubría en Emilio o Guido. Pero no trascurría ninguna tarde sin haber reproducido algún gesto, algún ademán de nieto.<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Pasó sin prisa a la cocina para preparar los tres tazones de café con leche y los panques que envolvían dulce de membrillo.<br />
<br />
Aquella tarde los chicos no hicieron sonar la campanilla de la verja sino que golpearon con los nudillos el cristal de la puerta de entrada, la anciana demoró en oírlos pero los golpes continuaron insistentes y sin aumentar su fuerza. Por fin, por que había pasado a la sala para acomodar la mesa, la anciana percibió el ruido y divisó las tres siluetas que habían trepados los escalones.<br />
<br />
Sentados alrededor de la mesa, con los carrillos hinchados por la dulzura de la golosina, los niños repitieron las habituales tonterías, se acusaron entre ellos de fracasos y traiciones. La anciana no los comprendía pero los miraba comer con una sonrisa inmóvil; para aquella tarde, después de observar mucho para no equivocarse, decidió que Emilio le estaba recordando el nieto mucho más que los otros dos. Sobre todo con el movimientos de las manos.<br />
<br />
Mientras lavaba la loza en la cocina oyó el coro de risas, las apagadas voces del secreteo y luego el silencio. Alguno caminó furtivo y ella no pudo oír el ruido sordo del hierro en la cabeza. Ya no oyó nada más, bamboleó el cuerpo y luego quedó quieta en el suelo de su cocina.<br />
<br />
Revolvieron en todos los muebles del dormitorio, buscaron debajo del colchón. Se repartieron billetes y monedas y Juan le propuso a Emilio:<br />
<br />
-Dale otro golpe. Por si las dudas.<br />
<br />
Caminaron despacio bajo el sol y al llegar al tablón de la zanja cada uno regresó separado, al barrio miserable. Cada uno a su choza y Guido, cuando estuvo en la suya, vacía como siempre en la tarde, levantó ropas, chatarra y desperdicios del cajón que tenía junto al catre y extrajo la alcancía blanca y manchada para guardar su dinero; una alcancía de yeso en forma de cerdito con una ranura en el lomo.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-44679939851128190472011-06-13T09:38:00.000-07:002011-06-13T09:59:35.958-07:00La Mantis Religiosa - José Watanabe<div class="cuerpoPoema"><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzu_fkCvecw5XpDs1DVsaob9gwDG_e0V8AkDn_5MTs3fBM5vhOHPSQxBnAvfaO7oCf5OETEYO18amjkC4JiaIqb58tl5l7wvT8zPZ6f47NLfCKEHBfSoEvJJp0I2ubhrSQyagNAxgarus/s1600/mantisdominguez.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="161" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzu_fkCvecw5XpDs1DVsaob9gwDG_e0V8AkDn_5MTs3fBM5vhOHPSQxBnAvfaO7oCf5OETEYO18amjkC4JiaIqb58tl5l7wvT8zPZ6f47NLfCKEHBfSoEvJJp0I2ubhrSQyagNAxgarus/s200/mantisdominguez.jpg" width="200" /></a></div><span style="font-size: small;">Mi mirada cansada retrocedió desde el bosque azulado por el sol<br />
hasta la mantis religiosa que permanecía inmóvil a 50 cm. de mis ojos.<br />
Yo estaba tendido sobre las piedras calientes de la orilla del Chanchamayo<br />
y ella seguía allí, inclinada, las manos contritas,<br />
confiando excesivamente en su imitación de ramita o palito seco.</span><br />
<span style="font-size: small;">Quise atraparla, demostrarle que un ojo siempre nos descubre,<br />
pero se desintegró entre mis dedos como una fina y quebradiza cáscara.</span><br />
<span style="font-size: small;">Una enciclopedia casual me explica ahora que yo había destruido<br />
a un macho<br />
vacío.</span><br />
<a name='more'></a><span style="font-size: small;"><br />
La enciclopedia refiere sin asombro que la historia fue así:<br />
el macho, en su pequeña piedra, cantando y meneándose, llamando<br />
hembra<br />
y la hembra ya estaba aparecida a su lado,<br />
acaso demasiado presta<br />
Y dispuesta.</span><br />
<span style="font-size: small;">Duradero es el coito de las mantis.<br />
En el beso</span><br />
<span style="font-size: small;"> ella desliza una larga lengua tubular hasta el estómago de él<br />
y por la lengua le gotea una saliva cáustica, un ácido,<br />
que va licuándole los órganos<br />
y el tejido del más distante vericueto interno, mientras le hace gozo,<br />
y mientras le hace gozo la lengua lo absorbe, repasando<br />
la extrema gota de sustancia del pie o del seso, y el macho<br />
se continúa así de la suprema esquizofrenia de la cópula<br />
a la muerte.<br />
Y ya viéndolo cáscara, ella vuela, su lengua otra vez lengüita.</span><br />
<span style="font-size: small;">Las enciclopedias no conjeturan. Ésta tampoco supone qué última palabra<br />
queda fijada para siempre en la boca abierta y muerta del macho.<br />
Nosotros no debemos negar la posibilidad de una palabra<br />
de agradecimiento.</span></div>Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-12520266105824783382011-06-07T09:19:00.000-07:002011-06-07T09:29:49.597-07:00The Nostalgia Factory - Porcupine Tree<div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><iframe allowfullscreen='allowfullscreen' webkitallowfullscreen='webkitallowfullscreen' mozallowfullscreen='mozallowfullscreen' width='320' height='266' src='https://www.youtube.com/embed/bmTGGGIftB8?feature=player_embedded' frameborder='0'></iframe></div>A Caterpillar crawled to me one day and said<br />
"Oh what the hell goes on inside your swollen head?<br />
I don't believe that you can see as much as I<br />
Now close your eyes and tell me what do you say?"<br />
"I watched nine cats dance on the moon<br />
A flamingo stalked into my room<br />
It bowed its head to me and knelt<br />
To reveal the cards it had dealt<br />
An ace, three jacks, two queens, four kings<br />
Then turned them into burning rings<br />
The flames jumped out and chased four mice<br />
Caught by their tails they turned to ice<br />
A cloud appeared outside my door<br />
And through the window saw four more<br />
And on the back of each cloud sat<br />
<a name='more'></a><br />
Two rainbow smiles in wizard's hats<br />
They threw five clocks down on my bed<br />
The chimes danced out on golden threads<br />
And turned to footprints on my wall<br />
Sequined tears began to fall"<br />
<div align="left">The caterpillar gasped at me and said<br />
"My god if that's what's going on inside your head<br />
You can see so much more than I<br />
I think it's time to turn into a butterfly."<br />
<br />
En Castellano:<br />
<br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="66" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Una</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="67" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">oruga</span> se <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="68" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">arrastró</span> a<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="69" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones"> mí</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="70" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">un día</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="71" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">y dijo:</span><br />
<span class="hps atn" closure_uid_r0o7zo="72" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">"</span><span closure_uid_r0o7zo="73" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">¡Oh, qué</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="74" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">diablos</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="75" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">pasa</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="76" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="77" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">el interior</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="78" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">de tu</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="79" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cabeza</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="80" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">hinchada</span><span closure_uid_r0o7zo="81" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">?</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="82" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">No</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="83" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">creo</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="84" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">que</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="85" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">puedas ver</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="86" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">tanto como</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="87" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">yo</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="88" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Ahora cierra</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="89" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">los ojos</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="90" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="91" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">dime</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="92" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">¿qué</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="93" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">dices</span><span closure_uid_r0o7zo="94" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">?</span> <span class="hps atn" closure_uid_r0o7zo="95" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">"</span><br />
<br />
<span class="hps atn" closure_uid_r0o7zo="96" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">"</span><span closure_uid_r0o7zo="97" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Vi</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="98" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">nueve</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="99" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">gatos</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="100" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">bailan</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="101" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="102" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">la</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="103" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Luna</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="104" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Un</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="105" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">flamenco</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="106" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">acechaba</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="107" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en mi</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="108" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">habitación</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="109" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Se</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="110" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">inclinó</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="111" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">su</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="112" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cabeza</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="113" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">hacia mí y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="114" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">se arrodilló</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="115" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Para</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="116" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">mostrar</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="117" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">las cartas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="118" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">que</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="119" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">había</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="120" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">tratado</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="121" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Un</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="122" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">as</span><span closure_uid_r0o7zo="123" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">,</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="124" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">tres</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="125" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">gatos</span><span closure_uid_r0o7zo="126" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">,</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="127" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">dos reinas</span><span closure_uid_r0o7zo="128" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">,</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="129" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cuatro</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="130" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">reyes</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="131" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">A continuación,</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="132" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">los convirtió en</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="133" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">los anillos de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="134" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">la quema</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="141" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Las</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="142" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">llamas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="143" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">saltaron</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="144" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="145" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">persiguieron a</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="146" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cuatro</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="147" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">ratones</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="148" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Atrapada</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="149" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">por la cola</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="150" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">que</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="151" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">se convirtió en hielo</span><br />
<br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="152" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Una</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="153" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">nube</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="154" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">apareció</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="155" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">fuera de mi</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="156" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">puerta</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="157" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="158" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">a través de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="159" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">la</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="160" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">ventana</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="161" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">vi a</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="162" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cuatro</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="163" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">más</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="164" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="165" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en la</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="166" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">parte posterior</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="167" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="168" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cada</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="169" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">nube de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="170" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">sáb</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="171" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Dos</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="172" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">sonrisas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="173" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">del arco iris</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="174" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">con sombreros de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="175" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">mago</span><br />
Ellos <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="177" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">lanzaron</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="178" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cinco</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="179" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">relojes</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="180" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en mi cama</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="181" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Las</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="182" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">campanadas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="183" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">bailaron</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="184" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">sobre</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="185" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">hilos de oro</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="186" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Y</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="187" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">se volvió hacia</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="188" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">huellas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="189" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en mi pared</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="190" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Lágrimas de</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="191" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">lentejuelas</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="192" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">comenzó</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="193" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">a caer</span> <span class="hps atn" closure_uid_r0o7zo="194" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">"</span><br />
<br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="195" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">La</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="196" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">oruga se</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="197" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">quedó sin aliento</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="198" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">y me</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="199" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">dijo</span><br />
<span class="hps atn" closure_uid_r0o7zo="200" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">"</span><span closure_uid_r0o7zo="201" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">Dios mío</span><span closure_uid_r0o7zo="202" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">, si</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="203" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">eso es</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="204" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">lo que está</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="205" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">pasando</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="206" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">dentro de tu</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="207" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">cabeza</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="208" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">tú </span><span class="hps" closure_uid_r0o7zo="209" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">puede ver</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="210" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">mucho</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="211" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">más</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="212" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">de lo que</span><br />
<span class="hps" closure_uid_r0o7zo="213" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">creo, yo pienso que</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="214" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">es</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="215" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">hora de convertirte</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="216" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">en una</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="217" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">mariposa</span> <span class="hps" closure_uid_r0o7zo="218" title="Haz clic para obtener otras posibles traducciones">".</span></div><a href="http://www.youtube.com/watch?v=bmTGGGIftB8"></a>Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-15053848284885514572011-06-04T01:54:00.000-07:002011-06-04T01:54:33.432-07:00Las Moscas - Javier Heraud<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhxgyHzBuh7RahgjJ2JXrOenVgDnXalwq4OBEFNlKE_GnSII6JZQ1Nl6kme7t45C37PhGGVtYlLKJ_8Lc9RXP81UHa-dMU5fpnONCPdOhYnWI6jgbkOzcg4bWqws_HfGnZZi1mlIS3AQ8/s1600/Mosca-comun-Serie-Artropodos-oleo-45x30-cm-2006-gran.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="215" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhxgyHzBuh7RahgjJ2JXrOenVgDnXalwq4OBEFNlKE_GnSII6JZQ1Nl6kme7t45C37PhGGVtYlLKJ_8Lc9RXP81UHa-dMU5fpnONCPdOhYnWI6jgbkOzcg4bWqws_HfGnZZi1mlIS3AQ8/s320/Mosca-comun-Serie-Artropodos-oleo-45x30-cm-2006-gran.jpg" width="320" /></a></div>Claro, señorita mosca,<br />
Ud. vuela graciosamente,<br />
Ud. se dibuja en el aire,<br />
se dibuja con su sombra<br />
movediza en las paredes,<br />
Ud. parece reirse de mí,<br />
porque yo ni la miro<br />
débilmente,<br />
y Ud. se posa sobre mi hombro<br />
y hasta diría le gusta,<br />
ay señorita mosca,<br />
que yo le ponga<br />
inútilmente mi mano<br />
para matarla,<br />
<a name='more'></a><br />
pues Ud. se ahuyenta,<br />
levanta el vuelo,<br />
y se posa sobre mi pan,<br />
mis tostadas, mis libros<br />
que aguardan su llegada.<br />
¡Ay! señorita mosca,<br />
me dicen que Ud. puede<br />
traer males terribles,<br />
pero yo no les creo,<br />
y a donde suelo ir<br />
la encuentro<br />
nuevamente, molestando con sus<br />
alas.<br />
<br />
Y claro<br />
sólo los tontos<br />
compran rejilla con mango,<br />
o un periódico viejo,<br />
y la persiguen<br />
hasta que la ven caer,<br />
moribunda.<br />
<br />
Es oficio de ociosos,<br />
eso de matar moscas<br />
diariamente,<br />
pues Ud., señorita mosca,<br />
no asusta ni a las vacas<br />
ni a los perros.<br />
<br />
Pero le advierto:<br />
si algún día yo pudiera,<br />
reuniría a todos los sabios<br />
del mundo,<br />
y les mandaría fabricar<br />
un aparato volador<br />
que acabaría con Ud. y sus<br />
amigas para siempre.<br />
<br />
Sólo espero no alimentarla<br />
y no verla en mis entrañas,<br />
el día que si acaso<br />
me matan en el campo<br />
y dejan mi cuerpo bajo el sol.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-55072380099181786592011-06-04T01:46:00.000-07:002011-06-04T01:47:07.068-07:00La Araña - César Vallejo<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPoXsLvTP4EARiRfcJaHImawW0PP8Tqzy8g9xhjxe9_Fg71eeZAC6Wfd86iscfAkkwF57VlIBmBFTv4gekeDqsZY_aYAYaoP4vT8mbaTpydhy41XLH6_nlqaPslMEvpF-F3whFhvWACkk/s1600/a_%252815%2529.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhPoXsLvTP4EARiRfcJaHImawW0PP8Tqzy8g9xhjxe9_Fg71eeZAC6Wfd86iscfAkkwF57VlIBmBFTv4gekeDqsZY_aYAYaoP4vT8mbaTpydhy41XLH6_nlqaPslMEvpF-F3whFhvWACkk/s320/a_%252815%2529.JPG" t8="true" width="320" /></a>LA ARAÑA </div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><br />
</div>Es una araña enorme que ya no anda;<br />
una araña incolora, cuyo cuerpo,<br />
una cabeza y un abdomen, sangra.<br />
Hoy la he visto de cerca. Y con qué esfuerzo<br />
hacia todos los flancos<br />
sus pies innumerables alargaba.<br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">Y he pensado en sus ojos invisibles,</div>los pilotos fatales de la araña.<br />
Es una araña que temblaba fija<br />
en un filo de piedra;<br />
el abdomen a un lado,<br />
y al otro la cabeza.<br />
Con tantos pies la pobre, y aún no puede<br />
resolverse. Y, al verla<br />
<a name='more'></a><br />
atónita en tal trance,<br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;">hoy me ha dado qué pena esa viajera.</div>Es una araña enorme, a quien impide<br />
el abdomen seguir a la cabeza.<br />
Y he pensado en sus ojos<br />
y en sus pies numerosos...<br />
¡Y me ha dado qué pena esa viajera!Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-36351981297945415112011-06-04T01:40:00.000-07:002011-06-04T01:40:05.324-07:00Los Brahmanes y el Leon - Panchatantra, siglo II, a.c.<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsIJVPCiYHMqCyCTlNzuZ_y4Va81Zphlq2XbjVgZinju-WaBp3gdhC-tow0BRZ6cVaLEtFaOEi44G8dwJSLzpDcotdHI52kw_ebnsHOMeGHkHqUKackWwQznbUrvBTnHK9tgqAVKFrBK0/s1600/Hercules_mata_al_leon.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="260" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgsIJVPCiYHMqCyCTlNzuZ_y4Va81Zphlq2XbjVgZinju-WaBp3gdhC-tow0BRZ6cVaLEtFaOEi44G8dwJSLzpDcotdHI52kw_ebnsHOMeGHkHqUKackWwQznbUrvBTnHK9tgqAVKFrBK0/s320/Hercules_mata_al_leon.jpg" t8="true" width="320" /></a></div>En cierto pueblo había cuatro brahmanes que eran amigos. Tres habían alcanzado el confín de cuanto los hombres pueden saber, pero les faltaba cordura. El otro desdeñaba el saber; solo tenía cordura. Un día se reunieron. ¿De qué sirven las prendas, dijeron, si no viajamos, si no logramos el favor de los reyes, si no ganamos dinero? Ante todo, viajaremos.<br />
<br />
Pero cuando habían recorrido un trecho, dijo el mayor:<br />
<br />
-Uno de nosotros, el cuarto, es un simple, que no tiene más que cordura. Sin el saber, con mera cordura, nadie obtiene el favor de los reyes. Por consiguiente, no compartiremos con él nuestras ganancias. Que se vuelva a su casa.<br />
<br />
El segundo dijo:<br />
<br />
<a name='more'></a>-Esta no es manera de proceder. Desde muchachos hemos jugado juntos. Ven, mi noble amigo, tú tendrás tu parte en nuestras ganancias.<br />
<br />
Siguieron su camino y en un bosque hallaron los huesos de un león. Uno de ellos dijo:<br />
<br />
-Buena ocasión para ejercitar nuestros conocimientos. Aquí hay un animal muerto;<br />
resucitémoslo. El primero dijo:<br />
-Sé componer el esqueleto. El segundo dijo:<br />
-Puedo suministrar la piel, la carne y la sangre. El tercero dijo:<br />
<br />
-Sé darle la vida.<br />
<br />
El primero compuso el esqueleto, el segundo suministró la piel, la carne y la sangre. El tercero se disponía a infundir la vida, cuando el hombre cuerdo observó:<br />
<br />
-Es un león. Si lo resucitan, nos va a matar a todos.<br />
<br />
-Eres muy simple -dijo el otro-. No seré yo el que frustre la labor de la sabiduría.<br />
<br />
-En tal caso -respondió el hombre cuerdo- aguarda que me suba a este árbol.<br />
<br />
Cuando lo hubo hecho, resucitaron al león; éste se levantó y mató a los tres. El hombre cuerdo esperó que se alejara el león, para bajar del árbol y volver a su casa.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-91453224039648412052011-06-03T11:39:00.000-07:002011-06-03T11:39:52.323-07:00Un Ciervo Escondido - Liehtsé (c. 300 a. C.).<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6LdKPZeEAANp1ZV-8vJFl_t2QMth4nznGMzLRxpvXHfU2oJAXTm8luqabMyIn0qWGqoyusaKvGzhczmZDHVpziyQHiKlVN9MqNRiUXNnO2qnikcqYqClGFcApaomYJIHBmR1LYXbzSbk/s1600/Ciervo_escritor.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi6LdKPZeEAANp1ZV-8vJFl_t2QMth4nznGMzLRxpvXHfU2oJAXTm8luqabMyIn0qWGqoyusaKvGzhczmZDHVpziyQHiKlVN9MqNRiUXNnO2qnikcqYqClGFcApaomYJIHBmR1LYXbzSbk/s320/Ciervo_escritor.jpg" t8="true" width="235" /></a></div>Un leñador de Cheng se encontró en el campo con un ciervo asustado y lo mató. Para evitar que otros lo descubrieran, lo enterró en el bosque y lo tapó con hojas y ramas. Poco después olvidó el sitio donde lo había ocultado y creyó que todo había ocurrido en un sueño. Lo contó, como si fuera su sueño, a toda la gente. Entre los oyentes hubo uno que fue a buscar el ciervo escondido y lo encontró. Lo llevó a su casa y dijo a su mujer:<br />
<br />
-Un leñador soñó que había matado un ciervo y olvidó dónde lo había escondido y ahora yo lo he encontrado. Ese hombre sí que es un soñador.<br />
<br />
-Tú habrás soñado que viste un leñador que había matado un ciervo. ¿Realmente crees que hubo leñador? Pero como aquí está el ciervo, tu sueño debe ser verdadero<br />
-dijo la mujer.<br />
<br />
-Aun suponiendo que encontré el ciervo por un sueño -contestó el marido-, ¿a qué preocuparse averiguando cuál de los dos soñó?<br />
<br />
Aquella noche el leñador volvió a su casa pensando todavía en el ciervo, y realmente soñó, y en el sueño soñó el lugar donde había ocultado el ciervo y también soñó quién lo había encontrado. Al alba fue a casa del otro y encontró el ciervo. Ambos discutieron y fueron al juez, para que resolviera el asunto. El juez le dijo al leñador:<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
-Realmente mataste un ciervo y creíste que era un sueño. Después soñaste realmente y creíste que era verdad. El otro encontró el ciervo y ahora te lo disputa, pero su mujer piensa que soñó que había encontrado un ciervo que otro había matado. Luego, nadie mató al ciervo. Pero como aquí está el ciervo, lo mejor es que se lo repartan.<br />
<br />
El caso llegó a oídos del rey de Cheng y el rey de Cheng dijo:<br />
<br />
-Y ese juez, ¿no estará soñando que reparte un ciervo?Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-72513488865035201442011-06-03T11:19:00.000-07:002011-06-03T11:19:49.297-07:00Un Regalo Para Julia - Francisco Massiani<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdEGtz8wRmTH5OYbc2JLhLeRsfrPlrw-svmXWeQVVgy3L8z6VU_nUsXEtOfSnRTwFo4FviPf7K-NFnHkdhWIMl_wHULFRDIdSH4HdTOSZujIksz3ATqchNlSGs145HjUGHrXfLKP7Xf0Q/s1600/10_oleo-de-una-mujer-con-sombrero-x-silvio-rodriguez-marc-chagall.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhdEGtz8wRmTH5OYbc2JLhLeRsfrPlrw-svmXWeQVVgy3L8z6VU_nUsXEtOfSnRTwFo4FviPf7K-NFnHkdhWIMl_wHULFRDIdSH4HdTOSZujIksz3ATqchNlSGs145HjUGHrXfLKP7Xf0Q/s320/10_oleo-de-una-mujer-con-sombrero-x-silvio-rodriguez-marc-chagall.jpg" t8="true" width="264" /></a></div>Palabra que no era fácil. Casi todo el mundo regala discos y los pocos discos de moda son tres, cuatro. Julia iba a terminar con la casa llena de discos repetidos. Además tenía sólo veinte bolívares y así no se pueden comprar sino discos o chocolates o alguna inmundicia parecida. Yo nunca le regalaría un talco a Julia. Menos, un muñeco. Tiene una colección de muñecos desbaratados en el cuarto y lo de chocolates, menos, porque sé que Carlos se los comería todos. Carlos, tan perfectamente imbécil como siempre. Lo imagino clarito: Oye Julia, dame un poquito.<br />
<br />
<br />
Uno dice: le regalo un libro. Uno dice: le regalo cualquier cosa. Pero uno no podía regalarle cualquier cosa. ¿Con qué cara? Ayer, anteayer estaba con la cochinada de Carlos, que por cierto: fuaaa, fuaaa, y lo peor es que no tose y a mí en cambio se me salen las tripas. Fuaaa, botaba el humo, y fuaaa estiraba su pata y mataba una hormiga. Se comía un moco. Se estripaba un barro en la nariz, fuaaa, se rascaba la oreja, y después escupía el humo por los ojos, por la nariz, por la boca, por todos lados. Porque lo hace. Juro que sabe fumar. Es verdad. Fuma mejor que nadie. Y entonces te mira y dice: si llego a ser novio de Julia. Pero lo juré. Dije: por Dios santo que no se lo digo, y eso, ¿no?, así que nada. No puedo decirlo. Pero en todo caso cuento que Carlos me dijo que si Julia llegaba a ser su novia, la metía en la bañera, la llenaba de jabón y le hacía esa porquería que juré que no se lo decía a nadie. Lo peor es que yo vengo y salgo y voy a casa de Julia, porque algo tenía que hacer, ¿no?, y llega Julia y me dice así mismito:<br />
<a name='more'></a><br />
—¿Qué vienes a hacer aquí?<br />
<br />
Quedé tieso. Después me dice:<br />
<br />
—Pasa.<br />
<br />
Y pasé. Y después de que pasé me senté y ella puso un disco. Siempre que alguien llega a su casa pone un disco. Después te saluda, te mira, da tres pasos de última moda y después se echa en el sillón, tipo bandida de cine mexicano. Cine mexicano, cine mexicano... ajá:<br />
<br />
—Oye —le digo—. Oye Julia, ¿qué tal te cae Carlos?<br />
<br />
—¿Carlos?<br />
<br />
—Sí, Carlos.<br />
<br />
—¿Por qué?— cogió una revista de mujeres y modas y eso. Yo me puse a darle tambor a la mesa. Creo que pasamos como un minuto así. Me dijo:<br />
<br />
—¿Quieres Cocacola?<br />
<br />
Yo no le respondí. Seguí tocando tambor en la mesa. No le respondí porque me molestó que se olvidara que le había hablado de Carlos, que se hiciera la loca con la pregunta que muy bien sabía que yo se la hacía por un montón de cosas que ella sabía muy bien que yo sabía. O sea eso. O sea nada, supongo que se entiende, ¿no? Bueno. Me vuelve a preguntar:<br />
<br />
—¿Quieres Cocacola?<br />
<br />
Y yo:<br />
<br />
—Te pregunté por Carlos.<br />
<br />
—No me acuerdo— dijo.<br />
<br />
—Yo sí— le dije—. Y muy bien.<br />
<br />
—Bueno. ¿Qué cosa?— dijo.<br />
<br />
—Eso que tú sabes— le dije.<br />
<br />
—Yo no sé nada, Juan— me dijo. Y cuando la miré estaba viendo la revista.<br />
<br />
—Bueno, Julia.— Yo tenía que hacer algo. Sabía que tenía que hacer algo—. Oye: imagínate que Carlos te regala el disco que estamos oyendo.<br />
<br />
—¿Qué cosa?<br />
<br />
—El disco<br />
<br />
—¿Qué disco?<br />
<br />
—Nada— le dije.<br />
<br />
Nunca lo entienden a uno. Yo seguí tocando el tambor y ella se levantó del sofá, dio un brinquito, se pasó la mano por el pelo y me preguntó:<br />
<br />
—¿Qué dijiste de Carlos?<br />
<br />
Nunca. Nunca entiende. Yo le dije que nada, que se sentara, y ella me sonrió y se sentó. Cuando se sentó, me sonrió. Cuando eso pasa, cuando me sonríe, entonces yo aprovecho para verle la boquita, esos dos gajitos de naranja, porque es así: tiene dos gajitos de naranja, y sé por ejemplo que el labio de arriba, cuando se separa del de abajo, parece que le diera miedo dejarlo solo, y entonces tiembla un poquito, no mucho, un poquito solamente y entonces se le acerca y lo acompaña un poco y entonces entre los dos gajitos sale como un juguito que le mancha un poco las arruguitas de los labios y entonces yo siento un mareo y algo como un chicle entre las muelas y ella se me queda mirando y me dice:<br />
<br />
—¿Qué te pasa?<br />
<br />
Y despierto. Sé que nunca sería capaz de agarrarle la mano, nunca. Pero sabía, estaba convencido, como nunca, que tenía que hacer algo. Así que seguí tocando tambor a ver si me venía algo a la cabeza. Nada. Seguía tocando tambor. Nada. Seguía tocando y tambor y tambor y ella y tambor y nada. De repente ella me dice:<br />
<br />
—Tengo un vestido para mañana que es una maravilla.<br />
<br />
Yo digo:<br />
<br />
—Qué bueno.<br />
<br />
Y ella dice:<br />
<br />
—Es algo que te deja desmayado.<br />
<br />
Y yo sigo:<br />
<br />
—Qué bueno.<br />
<br />
Y ella:<br />
<br />
—Lo ves y te mueres. Es de locura.<br />
<br />
Y yo seguía con el tambor. Eso lo cuento para que vean. Bueno. En eso pasó la hermana, después una de las sirvientas de las diez sirvientas que tienen en su casa y después, un rato después, vengo y le digo:<br />
<br />
—Julia— ni sabía lo que iba a decir—, dime una cosa: si yo te regalara ese disco y Carlos el otro, ¿cuál pondrías más en el día?<br />
<br />
Se me quedó mirando con mirada matemática de raíz cuadrada, y me dijo:<br />
<br />
—Éste. El que estamos oyendo.<br />
<br />
Yo entonces estiré las piernas, la miré, le eché una sonrisita y seguí tocando tambor, pero palabra que me costaba tocar tambor, porque lo que provocaba era salir gritando y llamar al cochinada de Carlos y decirle: mira Carlos, pendejo, nunca vas a hacerle esa cochinada porque Julia y yo, ¿no?, pero justo cuando se estaba acabando el disco me dijo:<br />
<br />
—¿Qué fue lo que me preguntaste?<br />
<br />
Palabra que no es mentira. Se lo repetí y ella me sonrió. Y me dijo:<br />
<br />
—Qué salvaje eres.<br />
<br />
Nunca la he entendido. Me imaginé que debía sonreírme y me sonreí. Después me dijo:<br />
<br />
—Lo pondría todos los días si me gustaba.<br />
<br />
—¿Qué cosa?— Yo comenzaba a olvidar todo el plan, todo lo que tenía en la cabeza se me reventó, ya nada, juro que yo no entendía a nadie, que estaba loco, tan loco que dije:<br />
<br />
—Julia. Quiero que mañana vayas a la fuente de soda de la esquina porque quiero darte un regalo especial.<br />
<br />
Ella preguntando cosas hasta que por fin aceptó y a las tres y media era la cosa. O sea que a las tres y media nos íbamos a encontrar en la fuente de soda. Así fue que salió lo del regalo. Por eso lo conté.<br />
<br />
Total que hoy vengo y cogí lo que me dio mamá y salí a la calle. Me metí en todos lados. Vi todas las vitrinas. Entré en todas las tiendas y ni sabía qué podía regalarle. Pero no soy tan imbécil: si le dije que el regalo era especial por nada del mundo le doy cualquier cosa. Eso era lo que pensaba cuando estaba mirando el conejo. Porque en una de esas vi un conejo. Ustedes lo han visto. Está por ahí, en una de esas tiendas de Sabana Grande, y es un conejo blanco. Es un conejo más grande que un caballo y mueve las orejas y tiene los ojos rojos. Por cierto que me acordé del profesor Jaime, porque el profesor Jaime tenía siempre los ojos rojos. Por cierto que el profesor Jaime era un gran tipo, y cada vez que me acuerdo de él tengo una vaina con Carlos. Porque sé que Carlos es el cochinada típico que le pone tachuelas a profesores como el señor Jaime. Cuando estaba mirando el conejo, me juré que si alguna vez Carlos tocaba el oso de mi hermanita, que también tiene los ojos rojos, lo agarraba por las patas, lo batía contra el árbol y lo volvía una cochinada. Porque es lo que merece. Juro que si alguna vez Carlos se burla del oso, lo machaco, lo aplasto, le martillo los dedos y lo reviento. Eso es lo que merece. Total que estaba viendo el conejo y ¡ah! Nada: un pollo, Dios mío, ¿cómo no se me había ocurrido? Un pollito, chiquito, metido en una caja, y ella mirando el pollo, y jugando con su pollo todos los días, y dándole de comer, y así tú puedes preguntarle por el pollo y tienes algo de qué hablar y es algo especial, es un regalo único, anda, apúrate, y salí disparado a Canilandia. Creo que se llama así: Canilandia. Y está en una callecita que se mete de Sabana Grande a la avenida Casanova. Bueno. Y entré y el señor me regaló el pollo. Ni siquiera aceptó que yo se lo comprara. Bueno. Me fui a la fuente de soda. Cuando llegué pedí una merengada. Eso fue lo que pedí. Y ahí estuve. ¡Ajo! Estaba cansado. Hay que ver, corriendo, el sol, el pollo, y lo peor es que no podía correr mucho. Pero ahí estaba. Bueno. Pedí una merengada de chocolate. Ya van a ver. Pido la merengada. Es para quedarse en casa. Francamente: pido la merengada y el imbécil del mozo viene y se queda mirando a la caja. Claro que la caja se movía, ¿no?, pero por eso no tenía que poner cara de imbécil y quedarse mirando y mirando y decirme, porque me lo dijo:<br />
<br />
—¿Y eso?<br />
<br />
Tuve que decírselo:<br />
<br />
—Un regalo.<br />
<br />
—¿Un regalo?— se sonreía con los dientes puercamente llenos de oro.<br />
<br />
—Un regalo.<br />
<br />
—¿Y por qué se mueve?<br />
<br />
—Porque adentro hay un pollo —digo.<br />
<br />
—Ah, ¿sí? ¿Un pollo?<br />
<br />
—Sí. Eso. Un pollo.<br />
<br />
—Qué bien— dijo el tipo. Que si qué bien. Qué tipo, francamente. Bueno. La verdad es que no sé por qué cuento lo del mozo. Lo que sí es que ya estaba poniéndome nervioso porque Julia no llegaba y eran más de las tres y media. Ya como a las cuatro, dejé la caja con la copa encima y llamé a casa de Julia. Como estaba pendiente de la caja, o sea, pensando en que a lo mejor el pollo se ponía histérico y pateaba y se armaba el relajo, estuve como media hora sin responderle a la mamá. La mamá:<br />
<br />
—¿Aló? ¿aló? ¿aló? ¿aló?<br />
<br />
Bueno. Por fin le pregunté por Julia.<br />
<br />
—No está, Juan —me dijo—. ¿Eres tú, no?<br />
<br />
—Sí. Soy yo, señora.<br />
<br />
—Ayer vi a tu mamá. ¿Cómo estás?<br />
<br />
—Ah, bueno...<br />
<br />
—Me dijo que no estudiabas casi nada.<br />
<br />
—Un poco.<br />
<br />
—Tienes que estudiar.<br />
<br />
—Sí, señora— palabra que eso era lo que me decía. No miento. Siguió así:<br />
<br />
—...y portarte muy bien, mira que ya eres un hombrecito.<br />
<br />
—Sí, señora.<br />
<br />
—Bueno. Tú vienes al cumpleaños, ¿no?<br />
<br />
—Sí, señora.<br />
<br />
—Julia está como loca... ya no sabe qué hacer. Bueno, Juan. Saludos por tu casa.<br />
<br />
—Gracias, señora.<br />
<br />
—Adiós.<br />
<br />
—Adiós, señora.<br />
<br />
¿Ven? Y la caja y la copa y el mozo y Julia no llega y la vieja: es para volverse loco. Palabra. Estuve a punto de tirar el teléfono. Y lo peor es que no he terminado: apenas me siento se me acerca de nuevo el mozo. ¡Qué tipo más imbécil! Me dice:<br />
<br />
—¿Y para quién es el regalo?<br />
<br />
Juré que si me seguía haciendo preguntas que a ti no te importan te tiro la copa desgraciado. Eso es lo que pensaba. Y dale con el regalo. Menos mal que alguien lo llamó. Ya yo estaba realmente harto. Dale con la caja, el pollo, la vieja. "Ayer vi a tu mamá en el mercado" y que si "tienes que estudiar porque eres un hombrecito, Julia está como loca". Francamente. Y nada que llegaba la desgraciada. ¿Por qué la gente tiene que preguntar tanto? En serio: ¿para qué vienen y te preguntan que por qué tu mamá usa anteojos? ¿Ah? Palabrita que si alguien pregunta que por qué mi mamá usa anteojos le nombro la madre. Palabrita. Sinceramente le digo a sí mismo: mire desgraciado, señor, ¿qué pasa? ¿Qué le pica? ¿Nunca ha visto un pollo? ¿Nunca ha visto una señora con anteojos? ¿Ah? Dígame esa gente que viene y te dice: ¿Qué hay? O te dicen: ¿Qué has hecho? ¿Pero qué carajo les importa? ¿Ah?<br />
<br />
Bueno. Por fin Julia llegó. Era tardísimo. La vi bajarse de su impresionante Buick negro, con su vestido de pepas, y meneándose, para todos los tipos que estaban en la fuente de soda. Julia no puede dejar de menearse y mirar a todos los tipos. Por mí que se iría con el primer tipo que le dijera: "Oye tú, mira...". Seguro. Lo único que le importa a esa carajita es menearse y poder menearle los ojos a todos los degenerados que la miran. A veces comprendo un poco por qué a la cochinada de Carlos se le ocurrió eso que me dijo y que yo no puedo contar porque juré por Dios santo que no se lo decía a nadie. Pero bueno. Llega, se sienta, se monta el vestido hasta las pantaletas, se bota el pelo para atrás, se pasa la mano por el cuello, y después que me volvió porquería, se quedó mirando la caja vacía y me dijo:<br />
<br />
—Ajjj Dios mío, me estoy muriendo de sed.<br />
<br />
Se me olvidó decir que justo en el momento en que la vi salir de su maldito Buick, justo en ese momento, me dio una vaina y en un segundo abrí la caja, agarré al pobre pollo, y lo escondí en el bolsillo de la chaqueta.<br />
<br />
Me salió con que si:<br />
<br />
—¿Llevas mucho tiempo aquí?<br />
<br />
—No. Acabo de llegar —le dije.<br />
<br />
—¿Qué calor, verdad?<br />
<br />
—Sí, espantoso —dije.<br />
<br />
—No lo aguanto —dijo ella— Puf, me muero.<br />
<br />
Y para colmo me di cuenta que el tipo de la corbatica negra nos estaba espiando. Apenas llegó Julia me di cuenta que paró las orejas y hacía lo posible por acercarse y vamos a ver qué oímos y qué pasará con el pollo. Francamente. Deben volverse imbéciles. Que si la mesa uno un perro caliente, la mesa cuatro una hamburguesa sin tomate y otra con tomate, la mesa ocho una merengada de chocolate y una Cocacola, y la mesa dos un café negro y otro marroncito pero sin mucho café y la mesa tres un helado de mantequilla y la mesa nueve... Claro: nosotros ahí, así se divertía. No sé si se han dado cuenta la cara de loquitos tristes que tienen todos. Y además de la tristeza de loquitos llevan una corbatica de lazo. Pobrecitos. No le metía la nariz en las piernas de Julia porque no podía, y claro, porque Julia, justo cuando el pobre desgraciado la miraba, cerraba un poco las rodillas, la maldita botaba el aire, se sobaba la rodilla, y después te miraba como para que no te pusieras a llorar ahí mismo. Después que se subió más de lo que tenía subido el vestido, vino, y con su vocecita de pito, levantó un dedito y llamó al mozo. Inmediatamente pensé que el pendejo del mozo llegaba y le contaba lo del pollo. Y lo peor es que con lo del pollo, tenía que mantener el brazo en una sola posición, así, con la mano en el bolsillo, sin dejar que el pollo chillara, tapándole la jeta con los dedos, y ya sentía el brazo calambreado. Además estaba comenzando a sudar por todas partes. Era horrible. No exagero. Bueno.<br />
<br />
El mozo llega y se para delante de Julia:<br />
<br />
—¿Desea algo, señorita?<br />
<br />
—Sí. Por favor...<br />
<br />
—Dígame.<br />
<br />
—¿Tiene Cocacola?<br />
<br />
El tipo le dice:<br />
<br />
—Pepsicola —y aprovecha para mirarle todo.<br />
<br />
—¿Pepsicola?<br />
<br />
—Pepsicola —se hizo el loco y le miró las rodillas. Julia seguía con el dedo en el aire y se soplaba un mechón de pelo que le caía sobre la nariz. Por fin parece que Julia se dio cuenta que estaba pidiéndole algo al mozo y le dijo:<br />
<br />
—¿Tiene Orange?<br />
<br />
—No. No hay.<br />
<br />
—¿Qué tienen?<br />
<br />
El mozo como que ya estaba arrecho:<br />
<br />
—Colita, Pepsicola, Hit, Sevenup y Grin.<br />
<br />
—¿Tienen Grin?<br />
<br />
—Sí.<br />
<br />
—Bueno. Entonces una merengada de chocolate.<br />
<br />
—¿De chocolate?<br />
<br />
—No. Bueno. Tráigame una Grin.<br />
<br />
El mozo estaba loco:<br />
<br />
—¿Entonces Grin?<br />
<br />
—Perdone —dijo Julia y se rio mirándome—, tráigame un helado de chocolate.<br />
<br />
El mozo ni siquiera la miró. Salió disparado. Pobrecito. Y a todas éstas al maldito pollo como que le dio taquicardia porque comenzó a temblar y patalear y no sé qué diablos tenía. De golpe le abrí la jeta y el desgraciado chilló. Julia me miró y me dijo:<br />
<br />
—¿Oíste?<br />
<br />
—No —dije.<br />
<br />
—Como un pito.<br />
<br />
—Un niñito —dije.<br />
<br />
—Fue raro —siguió Julia.<br />
<br />
—Sí. A veces pasa.<br />
<br />
—Mamá dice que oye todo el día una avispa en la oreja.<br />
<br />
—Qué raro.<br />
<br />
—Sí.<br />
<br />
Por fin miró la caja, que estaba vacía, y me preguntó:<br />
<br />
—¿Ese es el regalo?<br />
<br />
Yo estaba esperando desde el principio la pregunta. Por fin. Sí, pero no sabía qué diablos podía decirle, ¿no? ¿Qué se puede decir si a uno le pasa una cosa de ésas? ¿Qué dice uno? Uno no sabe qué decir. Y yo dije que no. Que ése no era el regalo.<br />
<br />
—¿Dónde está?<br />
<br />
"¿Dónde está? ¿Dónde está?" ¡Qué pregunta!<br />
<br />
—Me pasó algo, Julia.<br />
<br />
—¿Qué cosa? ¿Se te quedó en tu casa?<br />
<br />
—Fue un problema —le dije.<br />
<br />
—¿Te caíste? ¿Y esa caja?<br />
<br />
—Sí. Me caí. Se rompió. Esa es la caja.<br />
<br />
—Qué lástima —dijo. Y justo oí que el pollo eructaba o algo así.<br />
<br />
No sé qué le pasaba al bicho. Como que estaba ahogado.<br />
<br />
—¿Dónde te caíste?<br />
<br />
—En una escalera —le dije.<br />
<br />
—Palabra que lo siento, Juan —dijo.<br />
<br />
—No importa.<br />
<br />
—Por supuesto que importa —me dijo. Y aprovechó para agarrarme la mano. Yo sudé. Después me sonrió, cambió las piernas para que todo el mundo le mirara las pantaletas y me dijo:<br />
<br />
—¿Te vienes conmigo?<br />
<br />
—No, gracias Julia.<br />
<br />
En eso fue que llegó el mozo. O Bueno. Llegó antes o después de que se subió el vestido. El tipo traía una Cocacola. La puso, después pasó el pañito por una orilla de la mesa y se perdió. Julia me preguntó:<br />
<br />
—¿No fue un helado de chocolate lo que pedí?<br />
<br />
—No sé —le dije. Y sí sabía.<br />
<br />
—Ah no... es verdad —dijo—. Ahora me acuerdo que pedí una Cocacola...<br />
<br />
Cogió el pitillo, lo metió en la Cocacola y echó una chupadita. Después se pasó la lengua por la boca, se limpió la manchita de Cocacola que tenía en los labios, y se me quedó mirando sonreída. Inmediatamente comencé a sentirme como perdido. Como levantado del suelo. Lejos y al mismo tiempo muy cerca, tanto, que podía contarle los lunares que tiene en la nariz, esos punticos como marroncitos, como rosados que tiene juntados en la nariz, y mientras más la miraba, ella más se sonreía y yo volaba más lejos de ella, con la sonrisa, sin ella, con la sonrisa sola, flotando en el aire, con su sonrisa de espuma roja, y después que había volado con la sonrisa, la sonrisa regresaba a su cara, le cubría toda su cara y yo me daba cuenta que estaba ahí, frente a ella, y me entraba en el vientre un miedito dulce. Era un miedito como cuando vamos en un auto y de golpe el auto llega a una subida, y cae, y a ti te entra algo, se te abre algo en la barriga, y se te llena la barriga de ese miedo dulce que después sientes que se te escapa y te lo deja como vacío, como con un hambre raro.<br />
<br />
—Juan —decía—. Oye, Juan...<br />
<br />
Ni siquiera me di cuenta que tenía el pollo en el bolsillo, palabra. No me daba cuenta de nada. Para colmo ella me decía Juan, así, suavecito, Juan, como soplando el nombre, como soplándolo con el aliento, y apenas me llegaba el nombre, apenas lo oía, y volvía a entrarme esa vaina y me quedaba más perdido y más mareado que antes.<br />
<br />
—Juan —me dijo—. Oye. ¿Qué te pasa?<br />
<br />
—Nada —le dije.<br />
<br />
—Oye. Tienes una cara...<br />
<br />
Cuando me preguntó eso sentí el calambreo en el brazo y comencé a asustarme y de verdad verdad me comencé a sentir mal.<br />
<br />
—No, Julia —le dije—. No me pasa nada.<br />
<br />
—Me pareció que te sentías mal —me dijo ella.<br />
<br />
El pollo volvió como a pitar y le tapé el pico, la cabeza y todo lo que pude taparle, desgraciado si sigues te ahogo, cállate, y Julia:<br />
<br />
—¿Seguro que no te sientes mal, Juan?<br />
<br />
Dale con lo mismo:<br />
<br />
—¿Segurito, Juan? ¿Seguro que no te sientes mal?<br />
<br />
—No, Julia. No. Palabra.<br />
<br />
—¿Segurito?<br />
<br />
—No, Julia.<br />
<br />
—¿Pero seguro que no? No sé, tienes una cara...<br />
<br />
—Palabra, te lo juro.<br />
<br />
—¿Pero palabra, Juan? ¿No quieres ir al baño, Juan?<br />
<br />
No le tiré el pollo porque francamente. Casi se lo estripo en la cara. Y lo peor es que siguió. Ya van a ver:<br />
<br />
—Por mí —me decía la desgraciada—. Por mí puedes ir al baño.<br />
<br />
—Pero bueno, Julia. Si no quiero ir al baño ¿para qué voy a ir?<br />
<br />
—Pero no te dé pena. Anda.<br />
<br />
—Julia. Deja la cosa del baño. No tengo ganas.<br />
<br />
—No sé, Juan. Estás sudando y tienes una cara, yo sé, te conozco, eres capaz...<br />
<br />
—¿Capaz...?<br />
<br />
—Capaz de aguantarte por mí.<br />
<br />
Eso era lo último.<br />
<br />
—¿Aguantar qué?<br />
<br />
—Aguantarte. Yo lo sé.<br />
<br />
—Bueno, Julia. No me estoy aguantando. Te juro que no.<br />
<br />
Por fin como que dejó la cosa y siguió tomando su maldita Cocacola. La odiaba. Juro que la odiaba como nunca. Hasta pensé en lo que me dijo Carlos y me pareció que Carlos no era tan inmundicia como yo lo había pensado. Me pareció que Carlos tenía razón en pensar en esas inmundicias, y le rogué que lo hiciera, que le hiciera inmundicias más asquerosas todavía. Me provocaba matarla. Cuando terminó su Cocacola y dio los últimos chupitos me dijo:<br />
<br />
—Bueno, Juanito. Te espero en casa. No faltes —me lo dijo con lástima.<br />
<br />
Después miró la caja vacía. Y después se levantó, me echó una sonrisita de "no sufras tanto que la vida no es tan mala" y se fue meneando el culo hasta su impresionante y asquerosísimo Buick negro. Ahí abrió la puerta, levantó las patas para que yo me derritiera con sus pantaletas, y después levantó su dedito y el maldito carro se perdió de vista en la esquina.<br />
<br />
¡Dios mío! ¿Por qué pasan esas cosas? Apenas se fue, vuelve el mozo.<br />
<br />
Tenía que volver. No podía quedarse quieto. Tenía que volver, llegar con cara de melón y preguntarme con su vocecita de marica dulce:<br />
<br />
—¿Le dio miedo dárselo?<br />
<br />
¿Por qué todo, por qué me pasa, por qué? ¿Por qué nunca podré, por qué jamás he podido...? ¡Dios mío! Me sentía tan mal...<br />
<br />
Metí la cabeza entre los brazos y por fin oí que el mozo se alejaba hacia otra mesa.<br />
<br />
Entonces oí las risas. Apenas levanté la cara, vi que el mozo se reía junto a un gordo, y los dos me miraban. Se reían, hablaban un poco y volvían a soltar la carcajada. Yo comencé a sentirme rojo hirviendo, vi que no aguantaba más y que ese rojo hirviendo era cada vez más caliente y me quemaba más la garganta y los ojos y aflojé todo y entonces todo se me fue por los ojos y ya nada me importó entonces, lo juro, ya nada me importaba.<br />
<br />
Cuando terminé de llorar, saqué al pobre pollo del bolsillo y me le quedé mirando: estaba tranquilito. Estaba como dormido. Me gustó pasarle la mano por su cabecita, por su cuerpo, y era tibio y bueno, y pensé que nos parecíamos los dos, él y yo, y estaba muy tibio y seguía como dormido. Estaba tan tranquilo que comencé a sentir algo espantoso. Entonces me dio frío y todo asustado lo dejé caer en el suelo.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-48533137112518219692011-06-03T11:02:00.000-07:002011-06-03T11:02:12.132-07:00La Tortuga - Patricia Highsmith<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdPfKxtlZKWjzH3FbJhkOxU9BY7Oh8X0ELNyAvbolnYZEZd8Lyw_oUxvNE-qqo3oLt4XOVHN8gD5QobILGj0JP3HZkX_4kNoG4tWUaUadPYL7YZH6_UFzq7tANUR1qOLBbTKFCGRJQceY/s1600/El_asiento_de_tortuga_%25282009%2529__Oleo_s-tela__%252890x90%2529_.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgdPfKxtlZKWjzH3FbJhkOxU9BY7Oh8X0ELNyAvbolnYZEZd8Lyw_oUxvNE-qqo3oLt4XOVHN8gD5QobILGj0JP3HZkX_4kNoG4tWUaUadPYL7YZH6_UFzq7tANUR1qOLBbTKFCGRJQceY/s320/El_asiento_de_tortuga_%25282009%2529__Oleo_s-tela__%252890x90%2529_.jpg" t8="true" width="320" /></a></div>Víctor oyó la puerta del ascensor, los rápidos pasos de su madre en el pasillo y cerró el libro de un golpe. Lo escondió debajo del almohadón del sofá y maldijo por lo bajo cuando oyó que el libro se resbalaba entre el sofá y la pared y caía al piso con un ruido sordo. La llave ya giraba en la cerradura. <br />
-¡Vííííctor! -gritó su madre, agitando un brazo en el aire. Con el otro sostenía una bolsa grande de papel madera y de su mano colgaban una o dos bolsitas-. Fui adonde mi editor y al mercado y a la pescadería -le dijo-. ¿Por qué no estás jugando? ¡Es un día lindísimo! <br />
<br />
-Salí -dijo él- un ratito. Me dio frío. <br />
<br />
-¡Uf! -la madre descargó la bolsa del almacén en la pequeña cocina detrás del vestíbulo-. Debes de estar enfermito. ¡Tener frío en el mes de octubre! He visto a todos los niños jugando en la vereda. Hasta ese nene que te gusta, creo, ¿cómo se llama? <br />
<a name='more'></a><br />
<br />
-No lo sé -dijo Víctor. De todos modos, su madre no estaba prestándole verdadera atención. Metió las manos en el bolsillo de sus pantalones cortos, que ya le ajustaban, y empezó a caminar sin rumbo por la sala, mirándose los zapatones gastados. Su madre podría haberle comprado zapatos que le quedaran bien por lo menos. A ella le gustaban ésos porque tenían las suelas más gruesas que jamás hubiera visto y la punta cuadrada, un poquito levantada, como botas de alpinista. Víctor se detuvo frente a la ventana y miró el edificio de enfrente, de color tostado. Vivía con su madre en el piso dieciocho, cerca de la azotea. El edificio al otro lado de la calle era aún más alto que el de ellos. A Víctor le gustaba más el departamento donde habían vivido en Riverside Drive. También le gustaba más la escuela de ahí. En la nueva se reían de la ropa que usaba. En la otra se había cansado de reírse de él. <br />
<br />
-¿No quieres salir? -preguntó su madre, entrando en la sala mientras se secaba las manos con energía con una bolsa de papel. Se olió las manos-. ¡Puaj! ¡Qué olor horrible! <br />
<br />
-No, mamá -dijo Víctor con paciencia. <br />
<br />
-Hoy es sábado. <br />
<br />
-Ya lo sé. <br />
<br />
-¿Ya sabes los días de la semana? <br />
<br />
-Por supuesto. <br />
<br />
-¿A ver? <br />
<br />
-No quiero decirlos. Los sé -los ojos se le pusieron vidriosos-. Hace años que los sé. Hasta nenes de cinco años saben los días de la semana. <br />
<br />
Pero su madre no estaba escuchando. Estaba inclinada sobre el tablero de dibujo en un rincón de la habitación. Había estado trabajando hasta tarde la noche anterior. Víctor estuvo en su sofá cama en el rincón opuesto de la habitación sin poder dormirse hasta las 2, cuando ella fue a acostarse en el sofá cama. <br />
<br />
-Ven acá, Víííctor. ¿Ves esto? <br />
<br />
Víctor se acercó arrastrando los pies, con las manos aún en los bolsillos. No, ni siquiera había echado un vistazo al tablero esa mañana; no había querido. <br />
<br />
-Este es Pedro, el burrito. Lo inventé anoche. ¿Qué te parece? Y éste es Miguel, el nene mexicano que lo monta. Andan y andan por todo México y Miguel piensa que están perdidos, pero Pedro sabe cómo volver a casa todo el tiempo y... <br />
<br />
Víctor no escuchaba. Deliberadamente pensaba en otra cosa, acto que había aprendido al cabo de muchos años de práctica. Pero el aburrimiento y la frustración -sabía lo que quería decir la palabra frustración; había leído todo al respecto- le pesaban como una piedra sobre los hombros, sentía el odio y las lágrimas amontonadas en sus ojos, como un volcán a punto de estallar en su interior. Había tenido la esperanza de que su madre captara la alusión cuando le dijo que tenía frío en sus estúpidos pantaloncitos cortos. Había tenido la esperanza de que su madre recordara lo que le había contado días antes, que el chico que había querido jugar, que parecía tener su misma edad, once años, se había reído de sus pantalones cortos el lunes por la tarde. "¿Te hacen usar los pantalones de tu hermano o algo así?" Víctor se había alejado lleno de mortificación. ¿Qué habría pasado si el otro se hubiese enterado de que ni siquiera tenía un par de knickers y menos aún un par de pantalones largos, aunque fueran vaqueros? Su madre, por alguna razón disparatada, quería que pareciera como un francés y le hacía usar pantaloncitos cortos y medias tres cuartos y camisas tontas con cuellos redondos. Su madre quería que él siguiera teniendo seis años toda su vida. Le gustaba mostrarle sus dibujos a él. "Víctor es mi tabla de armonía -les decía a veces a sus amigos-. Le muestro mis dibujos y sé de inmediato si a los niños les gustarán o no." A veces Víctor simulaba que le gustaba algunos cuentos que en realidad no le gustaban o dibujos que sentía que le resultaban indiferentes, porque sentía lástima por su madre y porque ella se ponía de mejor humor si él le decía esas cosas. Ya estaba cansado de las ilustraciones de cuentos infantiles, si es que alguna vez le habían gustado -en realidad no podía acordarse- y ahora tenía dos preferidos: las ilustraciones de Howard Pyle en algunos de los libros de Robert Louis Stevenson y las de Cruikshan en los de Dickens. Víctor pensaba que era una desgracia para él que fuera la última persona a la que su madre pedía opinión, pues simplemente odiaba las ilustraciones infantiles. Y era un milagro que su madre no se diera cuenta de ello, porque hacía años y años que no había podido vender ninguna ilustración para libros; nada desde Wimple-Dimple. Un ejemplar de ese libro cuya sobrecubierta lucía agrietada y amarilla estaba ubicado en el estante central de la biblioteca en un espacio libre, para que todos pudieran verlo. Víctor tenía siete años cuando se publicó ese libro. Su madre siempre le contaba a la gente que él le había dicho lo que quería que ella dibujase, la había observado hacer cada dibujo, le había dado su opinión y, en fin, la había guiado totalmente. Víctor tenía sus serias dudas acerca de esto, primero porque el cuento era de otra persona y había sido escrito antes de que su madre hiciera los dibujos y, naturalmente, los dibujos debieron adaptarse a la historia. Desde entonces, su madre sólo había publicado unas pocas ilustraciones para revistas infantiles y preparado calabazas y gatos negros de papel para Halloween, la fiesta de las brujas, aunque siempre llevaba su carpeta de dibujos de editor en editor. Su padre les mandaba dinero. Era un rico hombre de negocios que vivía en Francia, un exportador de perfumes. Su madre decía que era muy rico y muy apuesto. Pero él se había vuelto a casar, nunca escribía y Víctor no tenía interés en él, ni siquiera le interesaba ver una foto de su padre. Su padre era un francés con algo de polaco y su madre era húngara francesa. La palabra húngara le hacía pensar a Víctor en gitanos, pero cuando una vez le preguntó a su madre, ella replicó enfáticamente que no tenía nada de sangre gitana. Se había mostrado muy molesta con Víctor por esa pregunta. <br />
<br />
-¡Escucha! ¿Cuál te gusta más? "En todo México no había un burro más inteligente que Miguel, el burrito de Pedro." O si no: "Miguel, el burrito de Pedro, era el más inteligente de todo México." <br />
<br />
-Creo... que prefiero la primera. <br />
<br />
-¿Cómo era? -preguntó su madre, cubriendo con la palma de la mano la ilustración. <br />
<br />
Víctor trató de recordar las palabras, pero se dio cuenta de que sólo estaba mirando las marcas de lápiz en el borde del tablero de dibujo. El dibujo colorido del centro no le interesaba en absoluto. No estaba pensando. Esa era una sensación frecuente y familiar en él; había algo emocionante e importante en el no pensar. Víctor sentía que algún día iba a encontrar algo que hablara sobre eso -quizá con otro nombre- en la biblioteca pública o en los libros de psicología que había en su casa y que él hojeaba cuando su madre no estaba. <br />
<br />
-¡Víííctor! ¿Qué estás haciendo? <br />
<br />
-Nada, mamá. <br />
<br />
-Eso justamente. ¡Nada! ¿No puedes pensar siquiera? <br />
<br />
Una ola caliente de vergüenza lo envolvió. Era como si su madre pudiera leerle los pensamientos, acerca del no pensar. <br />
<br />
-¡Pero estoy pensando! -protestó-. Estoy pensando acerca del no pensar -su tono era desafiante. ¿Qué podía hacer ella en cuanto a eso, después de todo? <br />
<br />
-¿Qué? -su madre inclinó la cabeza negra y enrulada y lo enfrentó con los ojos maquillados entrecerrados. <br />
<br />
-El no pensar. <br />
<br />
Su madre apoyó las manos llenas de anillos en las caderas. <br />
<br />
-¿Sabes, Víííctor, que tienes unas ideas medio raras? Estás enfermo. Enfermo mentalmente. Y eres un retardado. ¿Sabes lo que quiere decir eso? Que tienes la mentalidad de un nenito de cinco años -dijo con lentitud, acentuando las palabras-. Es mejor que pases las tardes de los sábados encerrado. Quién sabe, a lo mejor, si sales, puede pisarte un auto. Pero es por eso que te quiero, mi pequeñito Víííctor. -Le pasó el brazo sobre los hombros y lo atrajo hacia ella. Por un instante, la nariz de Víctor permaneció apretada contra su pecho grande y suave. Ella llevaba su vestido color piel, el que se transparentaba un poco a la altura del busto. <br />
<br />
Víctor alejó la cabeza con brusquedad, confundido por las emociones. No sabía si deseaba reír o llorar. <br />
<br />
Su madre reía alegremente, con la cabeza echada hacia atrás. <br />
<br />
-¡Estás enfermo! ¡Mírate! Mi neniiito, con pantalonciiitos. ¡Ja, ja! <br />
<br />
Entonces las lágrimas asomaron en los ojos de él, ¡y su madre se comportaba como si estuviera disfrutándolo! Víctor giró la cabeza para que ella no pudiera verle los ojos. Luego la miró repentinamente. <br />
<br />
-¿Te crees que me gustan estos pantalones? A ti te gustan, no a mí, entonces, ¿por qué tienes que burlarte? <br />
<br />
-Un neniiito que llora -continuó ella, riendo. <br />
<br />
Víctor salió corriendo hacia el cuarto de baño, pero se desvió en el camino y se arrojó de cabeza en el sofá, con la cara contra los almohadones. Cerró los ojos con fuerza y abrió la boca, llorando pero sin llorar, de una manera que había aprendido con la práctica también. Con la boca abierta, la garganta cerrada, sin respirar por casi un minuto, podía en cierto modo sentir la satisfacción de llorar, hasta de gritar, sin que nadie se diera cuenta. Hundió la nariz, la boca abierta, los dientes en el almohadón rojo del sofá y, si bien siguió oyendo la voz de su madre, el tono burlón y la risa, imaginaba que esos sonidos se iban apagando y alejándose. Se imaginaba que estaba muriendo. Pero la muerte no era un escape; sólo un hecho concentrado y doloroso, el clímax de su no llorar. Luego, volvió a respirar y a oír la voz de su madre. <br />
<br />
-¿Me oíste? ¿Me oíste? La señora Badzerkian vendrá a tomar el té. Quiero que te laves la cara y que te pongas una camisa limpia. Y también que le recites algún versito. ¿Qué verso vas a recitarle? <br />
<br />
-Cuando me voy a la cama en el invierno -dijo Víctor. Ella le había hecho memorizar cada poema de El jardín de versos infantiles. Víctor dijo el primero que se le cruzó por la cabeza, pero eso le causó problemas porque ya lo había recitado en la última visita. <br />
<br />
-¡Dije ése porque no podía pensar otro en el momento! -gritó Víctor. <br />
<br />
-¡No me grites! -exclamó su madre, lanzándose hacia él. Víctor recibió una bofetada antes de que se diera cuenta de lo que estaba sucediendo. <br />
<br />
Quedó apoyado en un brazo del sofá, de espaldas, con las delgadas piernas de rodillas huesudas extendidas. "Está bien -pensó-, si así son las cosas, así son las cosas." La miró con odio. No iba a hacerle ver que la bofetada le había dolido, que aún le dolía. "Basta de lágrimas por hoy -juró-, basta de no llorar." Terminaría el día, soportaría el té como una piedra, como un soldado, sin pestañear siquiera. Su madre caminaba por el cuarto, toqueteándose los anillos sin cesar, mirándolo de vez en cuando, desviando la mirada rápidamente. La mirada de Víctor estaba fija en ella. Él no tenía miedo. Ella podía golpearlo otra vez, pero a él no iba a importarle. <br />
<br />
Por fin ella anunció que se iría a lavar la cabeza y se escurrió al baño. <br />
<br />
Víctor se levantó del sofá y vagó por el cuarto. Hubiera querido tener un cuarto propio para poder estar solo. El departamento de Riverside Drive tenía tres ambientes: la sala, su cuarto y el de su madre. Cuando ella estaba en la sala, él podía estar en su dormitorio o viceversa, pero luego decidieron derrumbar el viejo edificio de Riverside Drive. No era algo en lo que le gustaba pensar. <br />
<br />
De pronto recordó dónde había caído el libro, empujó el sofá y lo alcanzó. Era La mente humana, por Menninger, un libro lleno de historias clínicas fascinantes. Víctor no lo devolvió al estante donde estaba, entre un libro de astrología y otro de cómo dibujar. A su madre no le gustaba que leyera libros de psicología, pero a Víctor le encantaban; sobre todo los que tenían historias clínicas. Los pacientes hacían lo que querían. Se comportaban con naturalidad. Nadie les daba órdenes. Víctor pasaba horas en la biblioteca del barrio, hojeando los libros de psicología. Estaban en la sección para adultos, pero al bibliotecario no le molestaba que se sentara allí porque se comportaba decentemente. <br />
<br />
Víctor fue a la cocina y se sirvió un vaso de agua. Mientras estaba de pie bebiendo, oyó un crujido en una de las bolsas de papel de su madre. Un ratón, pensó, pero cuando movió las bolsas no vio ningún ratón. El sonido provenía del interior de una de las bolsas. La abrió con cuidado y esperó que algo saltara. Miró el interior y vio una cajita de cartón blanco. La sacó con lentitud. El fondo estaba húmedo. Se abría como una caja de masitas. Al hacerlo, Víctor dio un salto de sorpresa. Se encontró con una tortuga, viva y volcada sobre su caparazón. Las patas se agitaban en el aire, el animal intentaba darse vuelta. Víctor se humedeció los labios y, frunciendo el ceño con concentración, tomó la tortuga por los borde del caparazón con las dos manos, le dio vuelta y la volvió a colocar con suavidad en la caja. La tortuga encogió las patas, estiró la cabeza un poco y lo miró con fijeza. Víctor sonrió. ¿Por qué su madre no le había dicho que tenía un regalo para él? Los ojos de Víctor brillaron, mientras pensaba en sacar la tortuga a pasear, quizá con una correa alrededor del cuello, para mostrársela al que se había reído de sus pantalones cortos. Quizá cambiara de parecer acerca de ser su amigo si descubría que él tenía una tortuga. <br />
<br />
-¡Eh, mamá, mamá! -gritó Víctor, apoyado contra la puerta del baño-. ¿Me trajiste una tortuga? <br />
<br />
-¿Una qué? -había cesado el ruido de la ducha. <br />
<br />
-¡Una tortuga! ¡En la cocina! -Víctor saltaba mientras pronunció estas palabras. De pronto se detuvo. <br />
<br />
Su madre había dudado, también. La ducha volvió a oírse. Su madre gritó con voz chillona. <br />
<br />
-C'est une terrapène! Pour un ragoût!* <br />
<br />
Víctor comprendió y sintió un pequeño escalofrío. Cuando su madre le hablaba en francés era porque estaba dándole una orden que debía obedecer sin réplicas. De modo que la tortuga iría a parar a un guiso. Víctor regresó a la cocina, con perpleja resignación. Para un guiso. Bueno, ya que a la tortuga no le quedaba mucha vida, ¿qué le gustaría comer? ¿Lechuga? ¿Panceta cruda? ¿Papa hervida? Víctor abrió la heladera. <br />
<br />
Sostuvo un pedazo de lechuga cerca de la boca callosa de la tortuga. Ésta no abrió la boca, sólo miró. Víctor sostenía la lechuga cerca de los dos agujeritos nasales pero, aunque la tortuga la olió, no mostró ningún interés. Víctor miró debajo de la pileta y sacó un fuentón grande. Lo llenó con dos dedos de agua y con suavidad puso a la tortuga adentro. La tortuga braceó por unos segundos; luego, descubriendo que el vientre se apoyaba en el fondo, se detuvo y encogió las patas. Víctor se puso de rodillas y estudió la cara del animal. El labio superior se encimaba al inferior, dándole una expresión algo testaruda y de pocos amigos, pero los ojos eran brillantes y vivaces. Víctor sonrió cuando los miró con fijeza. <br />
<br />
-Está bien, monsieur terrapène -dijo-, dime qué te gustaría comer y te lo conseguiremos. ¿Quizá quieras un poco de atún? <br />
<br />
El día anterior habían cenado arroz con atún y había quedado un poco. Víctor tomó un pedacito con los dedos y se lo mostró a la tortuga. La tortuga no estaba interesada. Víctor miró a su alrededor, pensativo; luego, levantó el fuentón, lo llevó a la sala y lo colocó en el suelo de modo que el sol diera en el caparazón de la tortuga. "A todas las tortugas les gusta el sol", pensó Víctor. Se extendió en el piso a su lado, apoyado en un codo. La tortuga lo miró un momento, luego con mucha lentitud y con un aire de prudencia y cautela, estiró las patas y avanzó, se topó con el borde del fuentón y dobló a la derecha, con la mitad del cuerpo fuera del agua poco profunda. Quería salir. Víctor la tomó por el caparazón y dijo: <br />
<br />
-Puedes salir y dar un paseíto. <br />
<br />
Sonrió, mientras la tortuga comenzaba a andar rumbo al sofá. La agarró con facilidad, pues se movía lentamente. Cuando lo volvió a colocar en la alfombra, el animal permaneció inmóvil, como si se hubiera detenido un poco a pensar lo que iba a hacer después, adónde ir. Era de color verde amarronado. Víctor pensó en el fondo del río, y en los océanos. ¿De dónde venían las tortugas? Se puso de pie de un salto y fue a buscar un diccionario a la biblioteca. El diccionario tenía un dibujo de una tortuga, pero era apagado, en blanco y negro, no se parecía en nada al ejemplar vivo. No aprendió nada nuevo, salvo que el nombre era de origen algonquino, que la tortuga de agua vivía en agua dulce o salobre, y que era comestible. Pero él no pensaba comer ninguna terrapène esa noche. Ese ragoût sería todo para su madre, y aunque ella lo golpeara y le hiciera aprender dos o tres poemas más, él no comería tortuga esa noche. <br />
<br />
Su madre salió del baño. <br />
<br />
-¿Qué estás haciendo ahí? <br />
<br />
Víctor guardó el diccionario en su lugar. Su madre había visto el fuentón. <br />
<br />
-Estoy mirando la tortuga -dijo, y enseguida se dio cuenta de que la tortuga había desaparecido. Se puso en cuatro patas y miró debajo del sofá. <br />
<br />
-No la pongas encima de los muebles. Deja marcas -dijo su madre. Estaba de pie en el vestíbulo, secándose el pelo enérgicamente con una toalla. <br />
<br />
Víctor encontró la tortuga entre el cesto de basura y la pared. La volvió a colocar en el fuentón. <br />
<br />
-¿Te cambiaste la camisa? -preguntó su madre. <br />
<br />
Víctor se cambió la camisa y luego, siguiendo las órdenes de su madre, se sentó en el sofá con el libro El jardín de versos infantiles a aprender otro poema para la señora Badzerkian. Leía en voz apenas alta, para sí; luego las repetía, dos, cuatro y seis líneas juntas hasta que sabía toda la poesía. Se la recitó a la tortuga. Después preguntó a su madre si podía jugar con la tortuga en la bañera. <br />
<br />
-¡No! ¿Para que te salpiques la camisa? <br />
<br />
-Puedo ponerme la otra camisa. <br />
<br />
-¡No! Ya son casi las 4. ¡Saca ese fuentón de la sala!<br />
<br />
Víctor llevó el fuentón de regreso a la cocina. Su madre sacó la tortuga del fuentón sin temor y la volvió a poner en la caja de cartón blanco. Cerró la tapa y puso la caja en la heladera. Víctor se estremeció un poco cuando ella cerró la puerta de un golpe. Seguramente sería mucho frío para una tortuga ahí adentro. Pero pensó que el agua del río estaba fría de vez en cuando, también. <br />
<br />
-Víííctor, corta el limón -dijo su madre. Estaba preparando una bandeja grande con tazas y platillos. El agua estaba hirviendo en la olla. <br />
<br />
La señora Badzerkian fue puntual como siempre. Su madre sirvió el té tan pronto como se desembarazó del tapado y el libro de bolsillo de la visitante en la silla del vestíbulo. La señora Badzerkian olía a ajo. Tenía una boca recta y chica, y un fino bigote en el labio superior que causaba fascinación a Víctor, pues nunca antes había visto una mujer con bigote, nunca de tan cerca. Jamás había mencionado el bigote de la señora Badzerkian a su madre, sabiendo que ella lo consideraría una cosa fea, pero curiosamente era el bigote lo que más le gustaba de ella. El resto era aburrido, sin interés e inamistoso. Siempre pretendía escuchar con atención mientras él recitaba, pero él sentía que se movía inquieta, que pensaba en otras cosas mientras él hablaba y que se sentía aliviada cuando terminaba. Ese día, Víctor recitó muy bien y sin titubear, de pie en el medio de la sala y frente a las dos mujeres, que estaban tomando la segunda taza de té. <br />
<br />
-Très bien -dijo su madre-. Ahora puedes comer una masita.<br />
<br />
Víctor eligió una masita pequeña con un poco de dulce de naranja en el medio. Mantuvo las rodillas juntas cuando se sentó. Siempre tenía la sensación de que la señora Badzerkian le miraba las rodillas con disgusto. Muchas veces deseó que le hiciera algún comentario a su madre acerca de que él ya era lo suficientemente grande como para usar pantalones largos, pero nunca había dicho nada, o al menos él no lo había oído. Víctor se enteró por la conversación entre su madre y la señora Badzerkian de que los Lorentz irían a cenar al día siguiente. Probablemente el guiso era para ellos. Víctor se alegró de tener la tortuga un día más para poder jugar. A la mañana siguiente le preguntaría a su madre si podría llevar la tortuga a la vereda un ratito, con correa o dentro de la caja de cartón, si su madre insistía. <br />
<br />
-...como un niiiño -decía su madre, riendo, echándole una mirada. La señora Badzerkian sonreía con astucia y la boquita apretada. <br />
<br />
Víctor recibió permiso para retirarse y fue a sentarse en el sofá en el otro extremo del cuarto, con un libro. Su madre le estaba contando a la señora Badzerkian que él había estado jugando con la tortuga. Víctor frunció las cejas y miró el libro, simulando que no oía. A su madre no le gustaba que él les hablara a los invitados una vez que le había dado permiso para retirarse. Pero lo que estaba oyendo lo hizo enrojecer de furia. Se incorporó, marcando la hoja que estaba leyendo con el dedo. <br />
<br />
-¡No veo qué tiene de infantil mirar a una tortuga! -dijo tartamudeando-. Son animales muy interesantes, son... <br />
<br />
Su madre lo interrumpió con una carcajada, pero una vez que la carcajada se desvaneció, dijo con severidad: <br />
<br />
-Víííctor, creí que te había dado permiso para retirarte. ¿Correcto?<br />
<br />
Él dudó, viendo fugazmente la escena que tendría lugar cuando se fuera la señora Badzerkian. <br />
<br />
-Sí, mamá. Perdóname -dijo. Luego se sentó y se concentró en su libro otra vez. Veinte minutos más tarde, la señora Badzerkian se despidió. Su madre lo regañó, pero no fue un regaño de cinco o diez minutos como se había imaginado. Como ella se había olvidado de la crema le pidió a Víctor que bajara a comprarla. Víctor se puso el saco de lana gris y salió. Ese saco lo avergonzaba por llamar la atención, pues le llegaba un poco más abajo que los pantalones cortos y parecía que no tenía nada debajo del saco. <br />
<br />
Echó una mirada a su alrededor para ver si encontraba a Frank en la vereda, pero no lo vio. Cruzó la Tercera Avenida y entró en la rosticería del edificio grande que se veía desde la ventana de la sala. A su regreso, vio a Frank caminando por la vereda, haciendo rebotar una pelota. Víctor se dirigió directamente hacia él. <br />
<br />
-¡Eh! -dijo Víctor-. Tengo una tortuga de agua en mi casa. <br />
<br />
-¿Una qué? -Frank tomó la pelota y se detuvo. <br />
<br />
-Una tortuga de agua. Te la mostraré mañana por la mañana, si estás por aquí. Es bastante grande. <br />
<br />
-¿Sí? ¿Por qué no la traes ahora? <br />
<br />
-Porque debo ir a cenar ahora -dijo Víctor. Entró en su edificio. Sintió que había logrado algo. Frank se había mostrado muy interesado. A Víctor le hubiera gustado poder bajar la tortuga en ese momento, pero su madre no quería que saliera de noche y ya estaba casi oscuro. <br />
<br />
Cuando Víctor entró, su madre estaba en la cocina. Vio una cacerola con huevos y una gran olla con agua en la hornalla de atrás. <br />
<br />
-¡La sacaste otra vez! -chilló Víctor, viendo la caja de la tortuga sobre la mesada. <br />
<br />
-Sí, voy a preparar el guiso esta noche -dijo su madre-. Por eso es que necesitaba la crema. Queda muy rico así. <br />
<br />
Víctor la miró. <br />
<br />
-¿Vas... vas a matarla esta noche? <br />
<br />
-Sí, querido. Esta noche. -Su madre movió la cacerola con los huevos. <br />
<br />
-Mamá, ¿puedo llevarla abajo un minuto para mostrársela a Frank? -preguntó Víctor con rapidez-. Sólo un minuto, mamá. Frank está abajo ahora. <br />
<br />
-¿Quién es Frank? <br />
<br />
-Es el chico que me preguntaste hoy. El rubio que siempre vemos. Por favor, mamá. <br />
<br />
Las cejas negras de su madre se fruncieron. <br />
<br />
-¿Llevar la terrapène abajo? De ningún modo. No seas absurdo, mi bebé. ¡La terrapène no es un juguete! <br />
<br />
Víctor trató de pensar en otra forma de persuadirla. Aún no se había sacado el abrigo. <br />
<br />
-Tú querías que me hiciera amigo de Frank. <br />
<br />
-Sí, ¿pero qué tiene eso que ver con la tortuga? <br />
<br />
El agua en la olla grande comenzó a hervir. <br />
<br />
-Verás, le prometí que... -Víctor observó que su madre sacaba la tortuga de la caja y, cuando la echó en el agua hirviendo, abrió la boca espantado-. ¡Mamá! <br />
<br />
-¿Qué pasa? ¿Qué es ese alborto? <br />
<br />
Boquiabierto, Víctor miró a la tortuga, cuyas patas se batían con desesperación contra las paredes de la olla. La tortuga abrió la boca y, por un instante, fijó la mirada en Víctor, arqueó la cabeza hacia atrás con infinito dolor, hundió la boca abierta en el agua hirviendo... y fue el fin. Víctor pestañeó. Estaba muerta. Se acercó más, vio cuatro patas y una cola y la cabeza extendida en el agua. Miró a su madre. <br />
<br />
Ella se estaba secando las manos con una toalla. Lo miró y exclamó: <br />
<br />
-Diablos. -Se olió las manos y colgó la toalla en su lugar. <br />
<br />
-¿Tenías que matarla de ese modo? <br />
<br />
-¿De qué otro? Así es como se mata a las tortugas y las langostas. ¿No lo sabes? No sienten nada.<br />
<br />
Él la miró con fijeza. Cuando se acercó para acariciarlo, Víctor retrocedió. Pensó en la boca abierta de la tortuga y, de repente, se le llenaron los ojos de lágrimas. La tortuga lo había mirado y no había podido oírla por el ruido de las burbujas. La tortuga lo había mirado, le había pedido que la sacara de allí, pero él no se movió para ayudarla. Su madre lo había engañado, lo había hecho tan rápido que no pudo salvarla. Retrocedió nuevamente. <br />
<br />
-¡No! ¡No me toques! <br />
<br />
Su madre le dio una bofetada, con fuerza y rapidez. <br />
<br />
Víctor se cubrió la mandíbula con la mano. Después dio media vuelta, se dirigió al ropero, se sacó el abrigo y lo colgó. Fue a la sala y se arrojó en el sofá. No estaba llorando, pero tenía la boca abierta contra el almohadón del sofá. Entonces recordó la boca de la tortuga y cerró los labios. La tortuga había sufrido. De no haberlo hecho, no hubiera movido las patas a tanta velocidad. Víctor empezó a llorar silenciosamente, como la tortuga, con la boca abierta. Se cubrió el rostro con las dos manos para no mojar el sofá. Después de un largo rato, se puso de pie. Su madre tarareaba en la cocina, y de cuando en cuando él oía sus pasos rápidos y decididos mientras trabajaba. Víctor apretó los dientes otra vez. Caminó con lentitud hasta la puerta de la cocina. <br />
<br />
La tortuga estaba sobre la tabla de picar y su madre, luego de echarle un vistazo al niño, aún canturreando, tomó un cuchillo, apretó la hoja hacia abajo y le cortó las uñitas a la tortuga. Víctor entrecerró los ojos, pero siguió mirando con fijeza. Su madre separó las uñas de las patas del animal muerto y las dejó caer en la bolsa de residuos. Después hizo girar el cuerpo exánime y, con el mismo cuchillo puntiagudo y filoso, empezó a quitar el pálido caparazón que le cubría el estómago. El pescuezo de la tortuga estaba inclinado hacia un lado. Víctor quería apartar la mirada, pero no pudo. Enseguida aparecieron las vísceras de la tortuga, rojas, blancas y verdosas. Víctor no prestó atención a lo que decía su madre acerca de que había cocinado tortugas en Europa antes de que él naciera. Su voz era suave y tranquilizadora, y de ningún modo se relacionaba con lo que estaba haciendo. <br />
<br />
-¡Bueno, no me mires así! -le gritó repentinamente, golpeando el piso con el pie-. ¿Qué te pasa? ¿Estás loco? Sí, creo que estás loco. Estás enfermo, ¿sabías eso?<br />
<br />
Víctor no pudo probar bocado de la cena, aunque el guiso de tortuga se serviría a la noche siguiente, y su madre no pudo obligarlo a comer, aunque lo sacudió por los hombros y lo amenazó con darle otra bofetada. No dijo una palabra. Se sentía muy distante de su madre, incluso cuando ella le gritaba en las narices. Se sentía muy raro, como esas veces cuando tenía ganas de vomitar, pero en ese momento no tenía ganas de vomitar. Cuando llegó la hora de acostarse, tuvo miedo de la oscuridad. Veía la cara de la tortuga en todas partes, con la boca abierta y los ojos desorbitados en una mirada de dolor. Víctor hubiera querido salir por la ventana y flotar, irse adonde quisiera, desaparecer y al mismo tiempo estar en todas partes. Imaginó las manos de su madre atenaceando sus hombros, si lo veía intentando salir por la ventana. Odiaba a su madre. <br />
<br />
Se levantó y fue en silencio a la cocina. La casa estaba completamente a oscuras, pero Víctor dirigió su mano con precisión a la hilera de cuchillas y tomó con suavidad la que buscaba. Pensó en la tortuga, convertida en pedacitos, mezclada en la salsa de crema y huevo y jerez en la cacerola dentro de la heladera. <br />
<br />
El grito de su madre pareció desgarrarle los oídos. La segunda puñalada penetró en su cuerpo y le perforó la garganta otra vez. Sólo el cansancio lo hizo detenerse y, para entonces, oyó gente afuera que trataba de abrir la puerta. Víctor se dirigió a la puerta, corrió la cadena del pasador y abrió. <br />
<br />
Lo llevaron a un edificio enorme, lleno de enfermeras y médicos. Víctor era muy callado y hacía todo lo que le pedían y contestaba las preguntas que le hacían, pero sólo eso. Como nadie preguntó nada de la tortuga, no mencionó el tema. <br />
<br />
FINJuan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-4800973828849467592011-06-03T10:37:00.000-07:002011-06-03T10:39:43.751-07:00El Sueño De Chuang Tzu - Herbert Allen Giles (1889)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_hVC_WItf7sqDqC-F6xbH8aJNXYLr3cy-0Zl7sWcArZrLUzqHeFPYXuNUN64CEGAfLYZ47ye5Ii9Qslz8CRYWfH8P_IMpOv-0i35nU2zg2OlnFKlcEes_2Oy6Z_7LjfmL3vcL97QZ7fY/s1600/poliii.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_hVC_WItf7sqDqC-F6xbH8aJNXYLr3cy-0Zl7sWcArZrLUzqHeFPYXuNUN64CEGAfLYZ47ye5Ii9Qslz8CRYWfH8P_IMpOv-0i35nU2zg2OlnFKlcEes_2Oy6Z_7LjfmL3vcL97QZ7fY/s320/poliii.jpg" t8="true" width="240" /></a></div><br />
Chuang Tzu soñó que era una mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que ahora soñaba ser un hombre.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-47179525387328784862011-05-06T11:43:00.000-07:002011-05-06T11:43:18.865-07:00Una Cruza - Franz Kafka<div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLwhW_FFqOVrsuwnUFNMC_l3s8cfT4x8y58ZasCYso864UMtYDCS0Mdj62LBCVCX_C0N5mh46IFcyy51bo_bOZuP1jT2gTR_OWEpJABHYd94YFDTfqy2LDP2tdP6pOSR-TjaSz-I_rR1I/s1600/P371LFCA6R0TUKCA82WOAOCA2FMYEACA5FFXZECA5NZKS3CADBRW5XCA2NXPJMCA71OD3YCA6FWSDBCAMVH6HLCASPF6NECAWS0O7OCA84KKX6CA52DVIECA3606T3CACE2VP8CA80RH5BCAI877S2CAGLFOR6.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhLwhW_FFqOVrsuwnUFNMC_l3s8cfT4x8y58ZasCYso864UMtYDCS0Mdj62LBCVCX_C0N5mh46IFcyy51bo_bOZuP1jT2gTR_OWEpJABHYd94YFDTfqy2LDP2tdP6pOSR-TjaSz-I_rR1I/s1600/P371LFCA6R0TUKCA82WOAOCA2FMYEACA5FFXZECA5NZKS3CADBRW5XCA2NXPJMCA71OD3YCA6FWSDBCAMVH6HLCASPF6NECAWS0O7OCA84KKX6CA52DVIECA3606T3CACE2VP8CA80RH5BCAI877S2CAGLFOR6.jpg" /></a></div>Tengo un animal curioso, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.<br />
<a name='more'></a>Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad. <span id="more-1383"></span><br />
Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano: Por qué hay un animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones.<br />
A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.<br />
<br />
A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las piernas y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez -eso le acontece a cualquiera- yo no veía modo de salir de dificultades económicas, yo estaba por acabar con todo. Con esta idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y ví lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.<br />
<br />
Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.<br />
<br />
Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este ani-mal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razona-bles ojos humanos, que me instigan al acto razonable.Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-5807616401135588463.post-54555362028316814062011-05-06T11:27:00.000-07:002011-05-06T11:31:46.522-07:00El Axolotl - Julio Cortázar<div align="justify"><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmCq6uwBrCNHNr1kFNTtv0jHyMK0CbRLl4o-pbN37QDa0KuLsHoDxzzhcAyF_6a_RAAYx-TE1klqbfuI3q1vWM4rAIr19QVCdqVL4VVb8GtbFbbMvvuSTdjv5QlhEV-RVZGmYxhqNyIfI/s1600/3990301405_8e7cb79711.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; cssfloat: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320" j8="true" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhmCq6uwBrCNHNr1kFNTtv0jHyMK0CbRLl4o-pbN37QDa0KuLsHoDxzzhcAyF_6a_RAAYx-TE1klqbfuI3q1vWM4rAIr19QVCdqVL4VVb8GtbFbbMvvuSTdjv5QlhEV-RVZGmYxhqNyIfI/s320/3990301405_8e7cb79711.jpg" width="206" /></a></div><div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="color: black;">Hubo un tiempo en que yo pensaba mucho en los axolotl. Iba a verlos al acuario del Jardín des Plantes y me quedaba horas mirándolos, observando su inmovilidad, sus oscuros movimientos. Ahora soy un axolotl.<br />
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El azar me llevó hasta ellos una mañana de primavera en que París abría su cola de pavo real después de la lenta invernada. Bajé por el bulevar de Port Royal, tomé St. Marcel y L’Hôpital, vi los verdes entre tanto gris y me acordé de los leones. Era amigo de los leones y las panteras, pero nunca había entrado en el húmedo y oscuro edificio de los acuarios. Dejé mi bicicleta contra las rejas y fui a ver los tulipanes. Los leones estaban feos y tristes y mi pantera dormía. Opté por los acuarios, soslayé peces vulgares hasta dar inesperadamente con los axolotl. Me quedé una hora mirándolos, y salí incapaz de otra cosa.</span></div></div><div align="justify"><br />
En la biblioteca Saint-Geneviève consulté un diccionario y supe que los axolotl son formas larvales, provistas de branquias, de una especie de batracios del género amblistoma. Que eran mexicanos lo sabía ya por ellos mismos, por sus pequeños rostros rosados aztecas y el cartel en lo alto del acuario. Leí que se han encontrado ejemplares en África capaces de vivir en tierra durante los períodos de sequía, y que continúan su vida en el agua al llegar la estación de las lluvias. Encontré su nombre español, ajolote, la mención de que son comestibles y que su aceite se usaba (se diría que no se usa más) como el de hígado de bacalao.<br />
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No quise consultar obras especializadas, pero volví al día siguiente al Jardin des Plantes. Empecé a ir todas las mañanas, a veces de mañana y de tarde. El guardián de los acuarios sonreía perplejo al recibir el billete. Me apoyaba en la barra de hierro que bordea los acuarios y me ponía a mirarlos. No hay nada de extraño en esto porque desde un primer momento comprendí que estábamos vinculados, que algo infinitamente perdido y distante seguía sin embargo uniéndonos. Me había bastado detenerme aquella primera mañana ante el cristal donde unas burbujas corrían en el agua. Los axolotl se amontonaban en el mezquino y angosto (sólo yo puedo saber cuán angosto y mezquino) piso de piedra y musgo del acuario. Había nueve ejemplares y la mayoría apoyaba la cabeza contra el cristal, mirando con sus ojos de oro a los que se acercaban. Turbado, casi avergonzado, sentí como una impudicia asomarme a esas figuras silenciosas e inmóviles aglomeradas en el fondo del acuario. Aislé mentalmente una situada a la derecha y algo separada de las otras para estudiarla mejor. Vi un cuerpecito rosado y como translúcido (pensé en las estatuillas chinas de cristal lechoso), semejante a un pequeño lagarto de quince centímetros, terminado en una cola de pez de una delicadeza extraordinaria, la parte más sensible de nuestro cuerpo. Por el lomo le corría una aleta transparente que se fusionaba con la cola, pero lo que me obsesionó fueron las patas, de una finura sutilísima, acabadas en menudos dedos, en uñas minuciosamente humanas. Y entonces descubrí sus ojos, su cara, dos orificios como cabezas de alfiler, enteramente de un oro transparente carentes de toda vida pero mirando, dejándose penetrar por mi mirada que parecía pasar a través del punto áureo y perderse en un diáfano misterio interior. Un delgadísimo halo negro rodeaba el ojo y los inscribía en la carne rosa, en la piedra rosa de la cabeza vagamente triangular pero con lados curvos e irregulares, que le daban una total semejanza con una estatuilla corroída por el tiempo. La boca estaba disimulada por el plano triangular de la cara, sólo de perfil se adivinaba su tamaño considerable; de frente una fina hendedura rasgaba apenas la piedra sin vida. A ambos lados de la cabeza, donde hubieran debido estar las orejas, le crecían tres ramitas rojas como de coral, una excrescencia vegetal, las branquias supongo. Y era lo único vivo en él, cada diez o quince segundos las ramitas se enderezaban rígidamente y volvían a bajarse. A veces una pata se movía apenas, yo veía los diminutos dedos posándose con suavidad en el musgo. Es que no nos gusta movernos mucho, y el acuario es tan mezquino; apenas avanzamos un poco nos damos con la cola o la cabeza de otro de nosotros; surgen dificultades, peleas, fatiga. El tiempo se siente menos si nos estamos quietos.<br />
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Fue su quietud la que me hizo inclinarme fascinado la primera vez que vi a los axolotl. Oscuramente me pareció comprender su voluntad secreta, abolir el espacio y el tiempo con una inmovilidad indiferente. Después supe mejor, la contracción de las branquias, el tanteo de las finas patas en las piedras, la repentina natación (algunos de ellos nadan con la simple ondulación del cuerpo) me probó que eran capaz de evadirse de ese sopor mineral en el que pasaban horas enteras. Sus ojos sobre todo me obsesionaban. Al lado de ellos en los restantes acuarios, diversos peces me mostraban la simple estupidez de sus hermosos ojos semejantes a los nuestros. Los ojos de los axolotl me decían de la presencia de una vida diferente, de otra manera de mirar. Pegando mi cara al vidrio (a veces el guardián tosía inquieto) buscaba ver mejor los diminutos puntos áureos, esa entrada al mundo infinitamente lento y remoto de las criaturas rosadas. Era inútil golpear con el dedo en el cristal, delante de sus caras no se advertía la menor reacción. Los ojos de oro seguían ardiendo con su dulce, terrible luz; seguían mirándome desde una profundidad insondable que me daba vértigo.<br />
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Y sin embargo estaban cerca. Lo supe antes de esto, antes de ser un axolotl. Lo supe el día en que me acerqué a ellos por primera vez. Los rasgos antropomórficos de un mono revelan, al revés de lo que cree la mayoría, la distancia que va de ellos a nosotros. La absoluta falta de semejanza de los axolotl con el ser humano me probó que mi reconocimiento era válido, que no me apoyaba en analogías fáciles. Sólo las manecitas... Pero una lagartija tiene también manos así, y en nada se nos parece. Yo creo que era la cabeza de los axolotl, esa forma triangular rosada con los ojitos de oro. Eso miraba y sabía. Eso reclamaba. No eran <i>animales</i>.<br />
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Parecía fácil, casi obvio, caer en la mitología. Empecé viendo en los axolotl una metamorfosis que no conseguía anular una misteriosa humanidad. Los imaginé conscientes, esclavos de su cuerpo, infinitamente condenados a un silencio abisal, a una reflexión desesperada. Su mirada ciega, el diminuto disco de oro inexpresivo y sin embargo terriblemente lúcido, me penetraba como un mensaje: «Sálvanos, sálvanos». Me sorprendía musitando palabras de consuelo, transmitiendo pueriles esperanzas. Ellos seguían mirándome inmóviles; de pronto las ramillas rosadas de las branquias se enderezaban. En ese instante yo sentía como un dolor sordo; tal vez me veían, captaban mi esfuerzo por penetrar en lo impenetrable de sus vidas. No eran seres humanos, pero en ningún animal había encontrado una relación tan profunda conmigo. Los axolotl eran como testigos de algo, y a veces como horribles jueces. Me sentía innoble frente a ellos, había una pureza tan espantosa en esos ojos transparentes. Eran larvas, pero larva quiere decir máscara y también fantasma. Detrás de esas caras aztecas inexpresivas y sin embargo de una crueldad implacable, ¿qué imagen esperaba su hora?<br />
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Les temía. Creo que de no haber sentido la proximidad de otros visitantes y del guardián, no me hubiese atrevido a quedarme solo con ellos. «Usted se los come con los ojos», me decía riendo el guardián, que debía suponerme un poco desequilibrado. No se daba cuenta de que eran ellos los que me devoraban lentamente por los ojos en un canibalismo de oro. Lejos del acuario no hacía mas que pensar en ellos, era como si me influyeran a distancia. Llegué a ir todos los días, y de noche los imaginaba inmóviles en la oscuridad, adelantando lentamente una mano que de pronto encontraba la de otro. Acaso sus ojos veían en plena noche, y el día continuaba para ellos indefinidamente. Los ojos de los axolotl no tienen párpados.<br />
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Ahora sé que no hubo nada de extraño, que eso tenía que ocurrir. Cada mañana al inclinarme sobre el acuario el reconocimiento era mayor. Sufrían, cada fibra de mi cuerpo alcanzaba ese sufrimiento amordazado, esa tortura rígida en el fondo del agua. Espiaban algo, un remoto señorío aniquilado, un tiempo de libertad en que el mundo había sido de los axolotl. No era posible que una expresión tan terrible que alcanzaba a vencer la inexpresividad forzada de sus rostros de piedra, no portara un mensaje de dolor, la prueba de esa condena eterna, de ese infierno líquido que padecían. Inútilmente quería probarme que mi propia sensibilidad proyectaba en los axolotl una conciencia inexistente. Ellos y yo sabíamos. Por eso no hubo nada de extraño en lo que ocurrió. Mi cara estaba pegada al vidrio del acuario, mis ojos trataban una vez mas de penetrar el misterio de esos ojos de oro sin iris y sin pupila. Veía de muy cerca la cara de una axolotl inmóvil junto al vidrio. Sin transición, sin sorpresa, vi mi cara contra el vidrio, en vez del axolotl vi mi cara contra el vidrio, la vi fuera del acuario, la vi del otro lado del vidrio. Entonces mi cara se apartó y yo comprendí.<br />
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Sólo una cosa era extraña: seguir pensando como antes, saber. Darme cuenta de eso fue en el primer momento como el horror del enterrado vivo que despierta a su destino. Afuera mi cara volvía a acercarse al vidrio, veía mi boca de labios apretados por el esfuerzo de comprender a los axolotl. Yo era un axolotl y sabía ahora instantáneamente que ninguna comprensión era posible. Él estaba fuera del acuario, su pensamiento era un pensamiento fuera del acuario. Conociéndolo, siendo él mismo, yo era un axolotl y estaba en mi mundo. El horror venía -lo supe en el mismo momento- de creerme prisionero en un cuerpo de axolotl, transmigrado a él con mi pensamiento de hombre, enterrado vivo en un axolotl, condenado a moverme lúcidamente entre criaturas insensibles. Pero aquello cesó cuando una pata vino a rozarme la cara, cuando moviéndome apenas a un lado vi a un axolotl junto a mí que me miraba, y supe que también él sabía, sin comunicación posible pero tan claramente. O yo estaba también en él, o todos nosotros pensábamos como un hombre, incapaces de expresión, limitados al resplandor dorado de nuestros ojos que miraban la cara del hombre pegada al acuario.<br />
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Él volvió muchas veces, pero viene menos ahora. Pasa semanas sin asomarse. Ayer lo vi, me miró largo rato y se fue bruscamente. Me pareció que no se interesaba tanto por nosotros, que obedecía a una costumbre. Como lo único que hago es pensar, pude pensar mucho en él. Se me ocurre que al principio continuamos comunicados, que él se sentía más que nunca unido al misterio que lo obsesionaba. Pero los puentes están cortados entre él y yo porque lo que era su obsesión es ahora un axolotl, ajeno a su vida de hombre. Creo que al principio yo era capaz de volver en cierto modo a él -ah, sólo en cierto modo-, y mantener alerta su deseo de conocernos mejor. Ahora soy definitivamente un axolotl, y si pienso como un hombre es sólo porque todo axolotl piensa como un hombre dentro de su imagen de piedra rosa. Me parece que de todo esto alcancé a comunicarle algo en los primeros días, cuando yo era todavía él. Y en esta soledad final, a la que él ya no vuelve, me consuela pensar que acaso va a escribir sobre nosotros, creyendo imaginar un cuento va a escribir todo esto sobre los axolotl.</div>Juan Onzerhttp://www.blogger.com/profile/08679806029976800620noreply@blogger.com2